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viernes, 20 de julio de 2012

Pero la historia cambió

Lectura: Lucas 8: 26-39
“…sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio…”


Cristo se enfocó en transformar vidas. Iba de pueblo en pueblo predicando el Evangelio y, durante estos recorridos, llego a tener encuentros dignos de ser registrados en la Santa Palabra de Dios.
 
Uno de esos encuentros fue con el endemoniado de Gadara. Una pequeña ciudad ubicada al norte de Jerusalén. Este hombre que, según los evangelios, su vida había sido objeto de manipulación de demonios. Que llegaron a desestabilizar su conducta, llevándole a andar desnudo y a carecer de hogar viviendo en los sepulcros.

Alguien que, muy probablemente, fue desahuciado por su entorno. Quizás también por su familia. Sin un techo donde resguardarse y viviendo entre tumbas. Un exiliado social.
 
Pero  la historia cambió. Jesús entra en escena y hace la diferencia.

Toda una vida, llena de dolor, amargura y soledad. Había pasado a la historia. El amor de Cristo hizo nueva la vida de un hombre sin esperanza. Jesús solo tuvo que dar la orden para que este hombre recuperara dos cosas esenciales en su vida. En primer lugar su dignidad, cuando fue vestido; y segundo cuando logró tener control de sí. Recuperó el juicio.

Cristo quiere restaurarnos de todo aquello que nos oprime. Dispuesto a liberarnos de todo aquello que nos atormenta. Darnos la oportunidad de recuperar la dignidad que se había perdido y proveernos de una nueva oportunidad para recuperar el control de nuestras vidas.

A través de Él, podemos desvincularlos del pasado que nos persigue. Cambiar el rumbo de nuestro destino, e iniciar una nueva vida en Cristo.
Para que podamos contar a otros que una vez nuestra vida era de tal manera pero, al tener un encuentro con Jesús,  la historia cambió


Josías Ortiz González

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