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viernes, 31 de agosto de 2012

Mandamientos: Padre y Madre…


Lectura: Éxodo 20: 1-12
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.”

Los Mandamientos tienen dos orientaciones. De forma vertical, indicando el tipo de relación que sostenemos con Dios y de forma horizontal con nuestros semejantes. Los primeros cuatro hacen alusión directa a la relación con Dios, mientras que los seis restantes a nuestras relaciones humanas.

El quinto elemento del decálogo trata acerca de honrar a nuestros padres. Este es un tema espinoso, ya que no todos los padres y madres son dignos de mucho honor. Existen los que abandonan sus familias o aquellos que aún no habiéndose ido, han mal utilizado el privilegio que les dio Dios.

Ahora, independientemente de la condición particular de cada padre o madre, existe un mandato de Dios a que tenemos que honrarlos. En este caso no está supeditando la honra a la circunstancia, sino que la superpone.

Y la razón por la cual tenemos que honrarlos es porque fueron el canal que Dios utilizó para darnos vida. A través de ellos, se concatena el propósito establecido por Él  para cada uno de nosotros. Sin ellos hubiese sido imposible, que estuviéramos aquí.

¿Qué significa esta honra? Que más allá del pasado que pudieran tener, nosotros tenemos que llevar el nombre de nuestra familia a la voluntad de Dios. Sobre nosotros recae un nombre familiar. Que nos identifica ante la sociedad. Pero no nos estigmatiza sino que nos da la oportunidad de hacerlo digno. Cumpliendo aquello a lo que Dios nos ha llamado.

Honremos a nuestros padres siendo ejemplos de conducta ante la sociedad y ante Dios. Recordando que existe una promesa de extensión de días a quien logra llevarlo a cabo.



Josías Ortiz González

jueves, 30 de agosto de 2012

Mandamientos: Un día...


Lectura: Éxodo 20: 1-8
“Acuérdate del día de reposo para santificarlo”

Sin duda alguna, uno de los temas más polémicos dentro de la comunidad eclesiástica es la de guardar o no el sábado.

Existen diferentes doctrinas acerca de si es válido hacerlo. Algunos argumentan que sí se debe guardar, dado que Dios los estableció como fiesta perpetua. Otros sostienen que solo aplica a los judíos, mientras que otras corrientes entienden que debido al nuevo pacto sustituye al viejo, entonces esto también queda abolido. Sin embargo, aunque existen diferentes opiniones respecto de la validación del mismo, entiendo que se está perdiendo la esencia y la razón de ser del día de reposo.

Este día, como su nombre lo indica, se estableció como un espacio de reposo, a razón de que Dios descansó el séptimo día de la creación. Y contempló la maravilla hecha por Sus manos. En otras palabras, es un momento de satisfacción. Pero más que todo es un momento de vinculación con Dios.

El día de reposo representa un momento de intimidad con Dios. De manera que lo importante no es el día, en sí mismo, sino el significado de este. Él decidió no crear más para contemplar y disfrutar de aquello que había formado, y relacionarse con Su creación.

Y de todo lo creado, la cúspide de Sus manos se engloba en la creación de hombre y la mujer. De manera que, en esencia, Dios apartó un día para el hombre y la mujer. Él decidió estrechar los lazos con algo formado a Su imagen y semejanza.

Por lo tanto, enfoquémonos en la importante, la relación con Dios. Dediquemos el tiempo que Él se merece. Pero más que todo permitámonos experimentar la relación con Dios.





Josías Ortiz González

miércoles, 29 de agosto de 2012

Mandamientos: Nombre único…


Lectura: Éxodo 20: 1-7
“No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.

El propósito de los mandamientos es direccionar. En ellos se describe el carácter y la persona de Dios. Estos ayudan a entender los términos relacionales entre Jehová y la humanidad. De manera que se convierten en la guía, por excelencia, para conocer a Dios.

El tercer mandamiento habla acerca de Su santidad. Dios, y todo lo que tiene que ver con Él es santo. Esto significa que es puro, limpio e intachable. No es algo con lo cual se relaje o juegue. Y en este mandamiento es bien claro al decir que Su nombre no es algo que se pueda tomar a la ligera.

De hecho Su nombre, aún hoy es un misterio. Ya que el término Jehová es una interpretación del sonido que devenga el Tetragrámaton, que son el conjunto de consonantes que forman el nombre de Jehová. Y la razón de esto era que al ser Su nombre sagrado ellos no lo pronunciaban, evitando cometer algún error, o utilizarlo fuera de contexto.

Ahora, no me interesa enfocar la manera en cómo no tomarlo en vano, sino cómo tomarlo que valga. Y la manera, entiendo más idónea, es llevando a cabo Su voluntad; que es la expansión del reino de los cielos, a través de la predicación de Su Palabra.

2da de Pedro 3:9 dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”

Su voluntad es que Su nombre sea utilizado como viaducto de salvación para todo aquel que cree.



Josías Ortiz González

martes, 28 de agosto de 2012

Mandamientos: No te harás imagen…


Lectura: Éxodo 20: 1-4
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.”


La mejor fuente de referencia para conocer a Dios se encuentra en la Biblia. Engloba Su personalidad y carácter. Y dentro de ella, lo que mejor resume dicho perfil, son Los Mandamientos. El decálogo de normas dado a Moisés en el Monte Sinaí.

El primero trata acerca de quién es Dios y su característica principal, Su eternidad. Y con ella, la ausencia de límites humanos. Pero más que todo nos hace ver la superioridad de Dios sobre todas las cosas. Es Supremo. Nada es por encima de Él; y es el único digno de adoración.

Sin embargo, nuestro cerebro necesita parametrizar las cosas para entenderlas. Y la manera más fácil de hacerlo es a través de la creación de imágenes, que nos ayuden a visualizar aquello que queremos asumir. En ese sentido, es común que las diferentes culturas hayan hecho imágenes de sus divinidades. O que hayan etiquetado a los elementos de la naturaleza como entidades superiores.

En este caso Dios dice que este tipo de práctica debe estar exenta de aquellos que han decidido seguirlo. Él no es Dios de imágenes humanas. Es un Dios que está por encima de ellas. Es un Dios al cual hay que seguir por fe.

Dios necesita que, quien decide ser Su hijo, le crea por lo que ha dicho y no por la posible explicación racional de una imagen.  Al hacer una imagen de Él, le estamos igualando a Su creación. Él es superior. Las imágenes limitan a un Dios ilimitado.

Solo basta tener fe, para entender la grandeza de Dios.




Josías Ortiz González

lunes, 27 de agosto de 2012

Mandamientos: Yo Soy Jehová…


Lectura: Éxodo 20: 2-3
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.”

El libro de Éxodo, se pudiera decir que, resume la personalidad de Dios.  Él decide darle a Moisés los Mandamientos. Un decálogo que muestra Su manera de pensar. E inicia diciendo “Yo soy Jehová”.

Este primer enunciado nos muestra la realidad de Dios. El verbo “Soy”, en el original, carece de tiempos. Es un estado de eternidad y perpetuidad continua. Dios nos está diciendo que es único e inigualable. Por lo tanto, nada puede ser por encima de Él. Nada puede ocupar Su lugar.

Por lo que si decidimos iniciar un vínculo con Dios, tenemos que partir de que Él está sobre todas las cosas. No está sujeto a nada, todo está sujeto a Él. Su soberanía excede los límites de nuestro entendimiento. Él es Jehová, Dios. Por lo tanto, nosotros nos debemos por entero a Él. Somos Suyos. Pero más que todo, somos obra de Sus manos. Fuimos formados por Él, y por Su Voluntad estamos aquí. Es por esta razón que pide exclusividad, al decir, no “No tendrás dioses ajenos delante de Mí”.

Ahora, ¿Qué es un dios ajeno? Todo aquello que ocupe el lugar de Dios.

Él tiene que ser el primero en nuestras vidas. Lo que significa que antes de cualquier cosa está Dios. Antes de familia, esposa, hijos, trabajo, profesión, etc. Él tiene que ser primero. Todo lo que decidamos hacer tiene que pasar por el filtro de Su voluntad. Y debe ser encausado a la glorificación de Su nombre.

Démosle el primer lugar a Dios, reconociendo Su grandeza, y posicionándolo en el pináculo de nuestras vidas.

Él es Dios.


Josías Ortiz González

viernes, 24 de agosto de 2012

Jesús dijo: Amarás a tu prójimo

Lectura: Mateo 12:24-33
“Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”

Jesús sabía qué decir, y cuándo decirlo. Tenía una capacidad única para dar la respuesta adecuada en el momento preciso. Ante un cuestionamiento de los Fariseos sobre prioridad entre los mandamientos; Jesús les responde que en primer lugar se debe amar a Dios con todo el corazón, el ama y mente. Y en segundo lugar dice que tenemos que amar a nuestro prójimo.
En este enunciado hay que partir de un principio importante. El amor hacia el prójimo es una consecuencia del amor propio. Cristo nos está invitando a que primero nos amemos y luego amemos al prójimo. Pero al mismo tiempo nos hace ver la importancia del prójimo. En otras palabras, Jesús nos está igualando en amor.
Todos somos iguales, nadie es superior a nadie; y al mismo tiempo, todos somos valiosos e importantes. Nuestro cuidado personal debe ser un reflejo del cuidado a los demás.
¿Qué significa esto? Que cada uno de nosotros debe procurar el bienestar del otro. Velando por la seguridad e integridad de los demás, como si fuera la propia. En otras palabras, tenemos que hacer cosas que convengan a los demás. Tender la mano amiga y estar disponible para asistir en cualquier necesidad.
Ahora, ¿qué es lo más valioso en la vida?  La respuesta: Conocer a Cristo.  Aceptarle como Salvador. Más allá de ofrecer seguridad e integridad a los demás, debemos procurar que sus vidas estén seguras con Cristo en Dios. Velar porque todos lleguen al arrepentimiento. Esta es la mejor muestra de amor que podamos brindar. Reunir a todos nuestros semejantes en Cristo.
Amemos a nuestro prójimo, brindémosle a Cristo.



Josías Ortiz González

Jesús dijo: Amarás al Señor

Lectura: Mateo 22:34-37

“…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”
Jesús era una persona controversial, en Su época. Hizo que un esquema, basado en tradiciones y costumbres  de años, fuese cuestionado y confrontado con la verdad. En aquel tiempo existían dos grandes grupos religiosos, Fariseos y Saduceos; cada uno con sus respectivas doctrinas.
Traían a Jesús casos y situaciones difíciles para que emitiera un juicio de valor y, en función de Su respuesta, determinar qué tan cercano o distante estaba de lo planteado en la ley.
En este caso luego de haberles respondido, de manera magistral a lo saduceos, los fariseos intentaron hacer de las suyas, y le preguntaron acerca de cuál es el gran mandamiento. Jesús le responde, el gran mandamiento es  “Amar al Señor de todo corazón, alma y mente.”
¿Qué quería decir Jesús con esto?
Que el primer enfoque del amor está fijado en Dios. Él debe ser el origen de nuestro amor. Si re-direccionamos nuestro amor hacia otra cosa o persona, entonces no estamos cumpliendo con el mandamiento divino. Y esto se refleja en nuestra decisión de obedecer Su Palabra.
Es por esto que va en tres niveles. Primero con el corazón, es decir nuestros sentimientos; luego nuestra alma, que representa nuestra voluntad, y por último con la mente, haciendo referencia a nuestro raciocinio. En otras palabras, amar a Dios no es algo solo de sentimientos o de voluntad, sino de convicción en la grandeza de Dios.
Dios nos ama y la manera de devolverle este amor es obedeciéndole. Sintiéndolo, habiendo tomado la decisión pero sobre la base de un convencimiento de la grandeza y el amor de Dios para con nosotros.
Josías Ortiz González


miércoles, 22 de agosto de 2012

Jesús dijo: Escrito está (Parte III)

Lectura: Mateo 4:1-11
“…Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”

El Evangelio de Mateo registra la tentación de Cristo en el desierto. Una batalla de voluntades. En donde Satanás busca doblegarlo para que le obedezca; mientras que Jesús busca superar esta tentación manteniéndose firme.
Jesús durante todo el proceso se sustentó en la Palabra. Específicamente en el Libro de Deuteronomio. El tratado final de uno de los hombres que estuvo más cerca de Dios, que al final de sus días, inspirado por Dios, da sus últimas directrices. Y una de ellas es que tenemos que reconocer a Dios como el único que merece la adoración y servicio.
Satanás le ofrece a Jesús todos los reinos de la tierra a cambio de una adoración. Pero Jesús le responde que único objeto de adoración y servicio tiene que ser Dios. Nadie más la merece, ni encaja en el perfil de Dios para recibirla.
Al llevarlo al nivel personal, surge el siguiente cuestionamiento: ¿Por cuál reino hemos intercambiado la adoración a Dios? ¿Qué cosas han sustituido la preeminencia de Dios sobre nuestra adoración y servicio?
La respuesta debería ser: Nada. Pero es probable que no todos respondan así.
En caso de que hayamos intercambiado, es tiempo de enmendarlo, relegando esa cosa que ha tomado Su puesto, y reinstauremos el espacio dedicado a Dios. Él nos demanda completa adoración y servicio. Esto quiere decir que nos debemos totalmente a Dios. Es el primero sobre todas las cosas y todo le pertenece a Él.
Démosle lo primero a Dios. Establezcamos Su presencia en nuestras vidas de manera que todo inicie y culmine con Él. Que nada ni nadie tome Su lugar. Él es el único merecer de nuestra adoración.

 

Josías Ortiz González

martes, 21 de agosto de 2012

Jesús dijo: Escrito está (Parte II)

Lectura: Mateo 4:1-7
“…No tentarás al Señor tu Dios.”

Jesús es llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el Diablo. Este último inicia tocando una necesidad básica del ser humano. Pero Cristo la superpone por la necesidad del alma; y esta, solo puede ser suplida por Dios.
Satanás identifica la estrategia de Cristo y decide utilizar una similar. Tratando de contradecirlo con su propio  sistema. Sin embargo Jesús esgrimió mejor diciendo que a Dios no se tienta. Y entiendo que esto es algo importante para nosotros meditar. Porque este texto también aplica a nosotros.
No podemos tentar a Dios.
La pregunta que surge es ¿Cómo se tienta a Dios? Cuando ponemos en duda Su divinidad y poder requiriendo de pruebas tangibles que avalen Su deidad. Él no tiene que hacer nada para demostrar que es Dios. Simplemente es Dios, punto.
Ahora  ¿Cuántas veces hemos tentado a Dios, queriendo validar Su poder o Su naturaleza? Cada vez que dudamos de la veracidad de Dios. Cada vez que pedimos señales para creer que Él existe, tentamos a Dios. Cada vez que ponemos en tela de juicio Su capacidad de hacer milagros, tentamos a Dios.
Este encuentro entre Jesús y el Diablo es un llamado a que despertemos y nos demos cuenta de que Dios es Soberano. No está sujeto a nosotros. Todo lo contrario, nosotros sí estamos sujetos a Él. Nosotros sí necesitamos de artilugios para tratar de entender a Dios. Y aunque tengamos, en algunos casos, que auxiliarnos de la ciencia o de la tecnología, para tratar de entender a Dios, no podemos, bajo ninguna circunstancias tentarlo; pidiéndole que haga tal o cual cosa.
Él es Dios. Único e irrepetible Dios. Y nada es por encima de Él.




Josías Ortiz González

lunes, 20 de agosto de 2012

Jesús dijo: Escrito está (Parte I)

Lectura: Mateo 4:1-4
“…No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

Cristo, antes de principiar su ministerio, luego de bautizarse y haber pasado un ayuno de cuarenta días, es llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado.
Una interacción en donde el tentador presenta una oferta y quien es tentado tiene en sus manos la decisión de aceptarla o rechazarla. 

Ya se han hecho muchos análisis acerca de este encuentro, y se han desmembrado los elementos que lo componen. En esta ocasión quiero hacer mayor énfasis en lo que Cristo dijo.
En cada una de las ofertas Jesús respondió: “Escrito está” para luego hacer referencia a la palabra de Dios. Lo importante de esto es ver que Cristo inicia con un verso que da a entender la importancia de la Palabra de Dios. Cristo dice que la palabra de Dios es vida.
El pan suple una necesidad del cuerpo, sin embargo no es suficiente, hay una necesidad del alma que solo la puede suplir la boca de Dios.
Nuestra alma necesita del alimento fresco de Su Palabra. Cada día tenemos que dedicarle un tiempo a escuchar Su voz. Pidiéndole que nos instruya a través de cada letra que pasa por nuestro corazón y que estas queden grabadas con tinta indeleble.
El libro de Hebreos 4:12 dice: “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos ; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”
Cristo nos invita a que comamos Su Palabra; en ella hay vida para nuestras almas.




Josías Ortiz González


viernes, 17 de agosto de 2012

Jesús dijo: …Vende todo…

Lectura: 19:16-29
“Cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”

La historia del joven rico es muy particular. Ya que aquello que se creía y veía legal, moral y socialmente correcto no estaba completo. Este hombre se encuentra con Jesús, buscando la aprobación del maestro para autosatisfacer una duda. Pero más que todo para justificar su estado; encontrándose con la cruda respuesta de Jesús.
Había cumplido con todos los mandamientos, pero algo estaba ocupando un lugar incorrecto. Quizás no lo había planeado, y de manera inconsciente daba prioridad a las riquezas. Sin embargo, la realidad era que dio más importancia a sus posesiones que a Dios.
La pregunta que surge es la siguiente: ¿Qué tan parecidos somos a este joven? ¿Si estuviésemos en sus zapatos, estaríamos dispuestos a venderlo todo, darlo a los pobres y seguir a Cristo?
Ante esto muchos pueden argumentar sobre el contexto y el significado. Sin embargo, el tema central de esta historia no es el desprendimiento de este joven de sus posesiones, sino, la suficiencia de Dios.
Al priorizar a Dios, por sobre todas las cosas, logramos  que, como Pablo, tengamos todo lo que no es de Cristo como basura. Cuando importantizamos a Dios, el dinero y las posesiones se convierten en medios para desenvolvernos en esta tierra; y Cristo se torna en nuestra razón de existencia.
Tenemos que tener la capacidad y la disposición de darlo todo y seguir a Cristo. Mirar las posesiones y riquezas como algo pasajero, circunstancial. Enfocarnos en lo eterno, que es Cristo.  Y Él recompensará nuestro sacrificio multiplicado por cien, adjunto de la vida eterna en las moradas celestes.



Josías Ortiz González

jueves, 16 de agosto de 2012

Jesús dijo: Sigueme…

Lectura: Mateo 8:22
“Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.”

A través del tiempo hemos sido instruidos, como también nos hemos formado la imagen de que Jesús no era enérgico o estricto para con sus seguidores. Sin embargo, la Biblia registra momentos en donde Cristo daba respuestas fuertes y duras. En el Evangelio de Mateo, capítulo 8,  se registra una de las tantas veces.
Era común que tuviera seguidores intermitentes, que quedaban maravillados por Sus enseñanzas. Estos, al parecer, por la emoción del momento, le externaban a Cristo su deseo de seguir Sus pasos. En esta ocasión quien le hace saber de sus intenciones antepone una situación, que se pudiera ver como algo válido. Su padre había muerto e iba a enterrarlo. Sin embargo, Cristo le dice, “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos”.
Impactante ¿no?
Le dice que superponga seguirle a cualquier otra cosa. En otras palabras, le está diciendo que por encima del compromiso y responsabilidad familiar y social; que por encima de la condición, debe estar la decisión de seguirle.
Algo que no es tan fácil de digerir; sin embargo es así. Dios nos exige todo o nada. Lo primero y lo último. Esto significa que todo aquello que hagamos debe estar sujeto a nuestra decisión de seguirle. De manera que si afecta nuestro seguimiento a Cristo, debe ser secundario.
¿Cómo se logra esto? Cristo mismo nos da la respuesta. Él dice: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” en otras palabras, al priorizar a Dios todo lo otro se torna en una añadidura. Es decir, algo secundario. Pasa a un segundo plano, porque estamos enfocados en seguirle.
Sigámosle



Josías Ortiz González


miércoles, 15 de agosto de 2012

Jesús le dijo: …Setenta veces siete


Lectura: Mateo 18: 1-22
“Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”

En la película “La Mexicana” se da un conversatorio interesante entre dos de los personajes principales. De esta conversación surge el siguiente planteamiento: “Si dos personas se aman pero tienen dificultades ¿En qué momento se llega al punto de decir: Suficiente?”  La respuesta fue “Nunca”.  Si dos personas realmente se aman, entonces,  ese punto no existe.

Este planteamiento es en torno a la capacidad que se tenga de soportar las vicisitudes que se presentan. Pero más profundamente esto gira sobre nuestra disposición a perdonar y aceptar a la otra persona.
Si nos hicieran el mismo planteamiento, ampliando el marco relacional, y llevándolo al plano de todos nuestros vínculos “Hasta qué punto, en nuestras relaciones, podemos decir que ya es suficiente” Jesús dice: “Nunca”.

Aunque existen personas que se supeditan al total de setenta veces siete, el contexto de la conversación es que la acción de perdonar no está condicionada a la situación. Sin embargo, está sujeta al amor.
Un amor que no parte de afuera sino del amor propio. Jesús dice que tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. De manera que en la medida en que nos apreciemos y valoremos como personas, entonces, amaremos a nuestro prójimo. Y este amor hará posible que el punto de suficiencia para el perdón no exista.

Que este amor dictamine nuestro accionar de perdón. Uno que no tiene límites. Con la capacidad de soportar nuestras diferencias.

Reconozco que no es sencillo, y que es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, este debe ser nuestro modus operandi. Debemos interiorizar nuestra capacidad de perdonar según la manera de Cristo. En función del amor propio




Josías Ortiz González

martes, 14 de agosto de 2012

Jesús dijo: Déjala…

Juan 12: 1-8
“…Y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.”

Existen pocos relatos en las Escrituras que encierren un acto como el que hizo esta mujer. Es posible que haya esperando en momento apropiado y cuando vio la oportunidad se lanzó.
Este tipo de perfume, basado en lo que Judas Iscariote dice, valía más de trescientos denarios, y con este dinero se hubiesen podido beneficiar varios “pobres”. Lo que determina que era una suma cuantiosa para la época.
Ahora, lo relevante, a mi entender de todo esto, no es lo costoso del perfume. Si no, que esta mujer propuso en su corazón demostrarle a Jesús lo valioso que Él era para ella. Ella entendió que el esfuerzo que hizo para conseguir este perfume, las horas que invirtió para poder comprarlo no se comparan en lo más mínimo con el valor de Cristo en su vida.
Aunque no especifica sus razones, al parecer este dato es irrelevante. Juan se enfoca en el objetivo de María. Hacer notar lo importante que era Jesús para ella.
¿Qué tuvo como resultado esto? En primer lugar la aceptación de Jesús a esta entrega y segundo la evidencia en la sala: Su sacrificio perfumó el lugar. En otras palabras, fue agradable a Dios.
En la actualidad no podemos verter un perfume como María, sin embargo, podemos derramar delante de Él nuestra mejor adoración. Una que salga del corazón,  aquella  perfume el trono de nuestro Dios.
Esto no es algo del otro mundo, es solo una expresión sincera de nuestro corazón hacia Él. Que indique lo que sentimos de manera honesta. No son palabras infladas e insípidas, sino de gratitud por Sus bondades.



Josías Ortiz González

lunes, 13 de agosto de 2012

Jesús dijo: “Haced recostar la gente…”

Lectura: Juan 6:1-14
Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos…”

De cada palabra que salió de la boca de Jesús se puede extraer una enseñanza. Esta historia es muy particular, ya que Cristo, por primera vez, suple la necesidad de hambre de una multitud. Es poco común que en eventos multitudinarios se les ofrezca alimento gratuito a los participantes. Normalmente se les solicita una cuota de colaboración. Sin embargo, en esta ocasión (la alimentación de los cinco mil) no hubo tal petición, sino, una disposición a saciar una necesidad.
De esta historia se han extraído varias enseñanzas. Muchas de ellas enfocadas al milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Ahora, existe un elemento interesante, y es que Jesús no es quien da el pan a la multitud; sino, los discípulos.
Cristo pone en sus manos la responsabilidad de administrar, de manera equitativa y correcta, el milagro. Dando a entender dos cosas importantes, primero: Los milagros no parten de nosotros, sino de Dios, y segundo: Estamos para servirle a Dios.
La connotación de este segundo elemento es que solo somos canalizadores de lo que Dios hace en este mundo. No somos los hacedores. En otras palabras, no somos los generadores de los milagros, sino que viabilizamos las maravillas de Cristo. En función la necesidad y la fe de las personas.
Nuestro servicio a Dios es la evidencia tangible ante la sociedad de las maravillas que Él sabe hace. Por lo que es determinante tener una actitud de servicio constante. Esto no es más que estar en la disposición de facilitarle las cosas a nuestro prójimo. Y que a través de esto la estampa de Cristo quede en ellos.

Sirvamos



Josías Ortiz González

miércoles, 8 de agosto de 2012

Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado?...

Lectura: Juan 8: 43-48
“Y Él le dijo: Hija tu fe te ha salvado; ve en paz”

Habían pasado ya doce años desde la primera vez que  experimentó este malestar. Y otros tantos desde el último médico que visitó. No tenía más dinero. Lo había gastado todo en  soluciones que no cumplieron su cometido. Desahuciada por los expertos. Había tratado todo lo que estaba a su alcance.
Un día coincide con una multitud y logra divisar a un hombre, que muchos decían que sanaba las enfermedades. El dolor era constante. Posiblemente en su corazón había un poco de temor y duda de cómo atravesar el mar de gente que rodeaba a Jesús. Sin embargo, el dolor era insoportable, y decidió dar un paso de fe.
Logró, con mucho esfuerzo, atravesar la multitud. Fue golpeada y abatida por la masa que seguía a Cristo, sin embargo, en ella había una llama que no podía ser extinguida, su necesidad de encontrar una solución a su problemática de tantos años.
Extiende su mano y logra tocar el borde del vestido de Jesús. Algo totalmente extraordinario pasó. Su cuerpo había cambiado; el dolor desapareció. Estaba maravillada y pensaba irse, quizás para no molestar. Del otro lado, Jesús también sintió algo “inesperado”. Poder había salido, de forma espontánea. Y hace la pregunta: ¿Quién me ha tocado?
La voz quebrantada de esta mujer murmulla diciendo: “Yo lo he hecho Señor” y la tierna y dulce voz de Cristo dice: “Hija tu fe te ha salvado, ve en paz”
Lo que puede hacer la diferencia en tu vida  es tu fe. Creer que Cristo tiene la respuesta y la salida.
Vayamos a Cristo y por nuestra fe, Él solucionará nuestra situación…





Josías Ortiz González

lunes, 6 de agosto de 2012

Solo Creer

Lectura: Romanos 1:8-17
“Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revala por fe…”

Fue el 31 de Octubre de 1517 en Wittenberg, Alemania, cuando fundamentado en las Escrituras, Martín Lutero expuso sus 95 tesis. Este movimiento fulo que se llamó la Reforma Protestante. Cuenta la historia que Lutero lo basó todo en Romanos 1:17. Cuando fragmentamos este pasaje vemos que existe una justicia que es revelada por Dios, pero que se necesita fe para hacerla visible.
Lutero había entendido que no hay nada en la tierra que como ser humano se pueda hacer para alcanzar la salvación del alma.
Los religiosos del primer siglo querían imponer acciones humanas para que las personas alcancen la salvación. Sin embargo, Pablo demuestra, a través de sus argumentos, que para ser justificados por Dios solo necesitamos tener fe, lo cual se traduce en que solamente tenemos que creer.
¿Qué sería en este caso justificación? De acuerdo con el diccionario es “probanza que se hace de la inocencia o bondad de una persona, de un acto o de una cosa”. Cuando somos justificados somos eximidos de algo determinado. ¿Qué sería entonces de lo que estamos siendo exentos? De acuerdo con la Biblia, del pecado, ¿Pero qué sería el pecado? es el acto de desobedecer a Dios. No hacer lo que Él plantea en Su Palabra.
Cristo vino a la tierra para justificarnos, vino a saldar nuestra deuda para que así logremos obtener la salvación. En resumidas cuentas, no existen un conjunto de requisitos o cuotas a llenar para que Cristo viva en nuestros corazones y seamos salvos, lo único que Dios pide es que creamos.



Josías Ortiz González

jueves, 2 de agosto de 2012

No depende de mí


Lectura: Juan 3:1-21
 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna”


Creo que de todos los versículos de La Biblia, Juan 3:16, es el más famoso de todos. Esto se debe a el gran mensaje que encierra en si mismo. No hay un verso que englobe de manera tan clara y simple el propósito de Dios con la humanidad y la razón de este propósito.

Es como si Dios dijera: Tu vida es valiosa para mí. Tanto, que te amé antes de que existieras, y la forma de expresarlo fue, entregando a mi único hijo a morir para que fueras salvo a través de creer en Él.

Es algo impresionante. La decisión de ser amado por Dios no se sustenta en mis acciones. No fue por méritos alcanzados, o por niveles a los que haya llegado. Fue, simplemente, una decisión de Dios. De la misma manera, no depende de mí, la continuidad de Su amor.

Dios nos ama solo porque quiso hacerlo; no tenemos que hacer o dar algo material para que su amor varíe a favor o en contra de nuestra. Dios  decidió amarme, punto. No hay nada que pueda hacer al respecto. Esto no nos licencia para hacer y deshacer cosas, todo lo contrario, nos llama la atención para reciprocar ese amor que recibimos. En ese sentido, lo único que Él pide es que creamos.

El mundo gira en torno a situaciones, muchas de ellas adversas; sin embargo, nada de eso cambiará la premisa de que Dios nos ama.

Dios nos ama. De manera que está de nosotros la decisión de creerle y seguirle.




Josías Ortiz González


miércoles, 1 de agosto de 2012

Encuentro: Parte III

Lectura: Juan 3: 1-21
 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”

Es frecuente que personas quieran acercarse a Cristo. De hecho, es común ver a personas que inician lo que pudiera decirse que es una vida cristiano-religiosa. Es decir, asisten a una congregación y participan de las actividades de ella, etc.
Sin embargo, no logran establecer un vínculo significativo. Las razones para que esto suceda son varias. Pero, existe un axioma que impera y se superpone en este proceso, que se puede identificar en la conversación entre Nicodemo y Jesús: Él fue a buscar algo y recibió una respuesta.
Más allá de la posible curiosidad que generaba encontrarse con una celebridad como Jesús; Nicodemo buscaba una respuesta. Estaba en necesidad de escuchar la voz de Cristo.
Una respuesta que satisface el alma, y colma la sed del corazón. Una respuesta que solo existía en su subconsciente pero que anhelaba ser suplida.
En este encuentro nocturno con Jesús, Nicodemo, encontró lo que su alma estaba buscando. Él necesitaba entender cómo este hombre, hijo del carpintero José y de la joven María, era el Salvador del mundo.
Y Su respuesta fue al alma de este hombre sabido e identificó que la necesidad primaria no era entender Su naturaleza, sino, buscar la manera de cambiar para agradar a Dios. No siempre Jesús nos va  a responder aquello que entendemos que es lo más importante. Él descifrará la necesidad de nuestra alma, dándonos la respuesta que necesitamos.
Ahora, ¿Dónde se encuentra esta respuesta? En Su Palabra. Él ha puesto a nuestra disposición Su propia voz en letras para que le consultemos y encontremos lo que nuestra alma necesita.




Josías Ortiz González