Lectura: Lucas 15:18-19
“Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti.”
Una
de las parábolas de Jesús más enternecedoras es la del hijo prodigo. La manera
en cómo trata los reveses que trae la vida a razón de las malas decisiones.
Elecciones, que en la mayoría de los casos, no son sopesadas y ponderadas; sino
que están sujetas a un momento emotivo.
La
tercera ley de Newton dice: “Con toda acción ocurre siempre una reacción igual
y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y
dirigidas en sentido opuesto.” De igual manera, cada decisión que tomamos tiene
repercusiones. Y este joven luego de haber visto el resultado nefasto de las
que ya había tomado, decide cambiar su vida.
El
proceso que se da para esto es que primero reconoció que había errado. Al
entender que su vida había tomado el rumbo equivocado. El segundo paso fue asumir con responsabilidad
las consecuencias; y tercero, emprender un viaje de reconciliación con su
padre. Un viaje que, entre otras cosas, representó un proceso reflexivo y de
curación del alma.
Dios
nos invita a que reaccionemos a nuestra realidad. Y veamos que apartados de Él
estamos perdidos. No esperan que seamos perfectos; sino que le obedezcamos. Que
admitamos nuestro error y volvamos a la fuente que es Él.
Él nos ama
Josías Ortiz González
