“Y Él le dijo: Hija tu fe te ha
salvado; ve en paz”
Habían pasado ya doce años desde
la primera vez que experimentó este
malestar. Y otros tantos desde el último médico que visitó. No tenía más dinero.
Lo había gastado todo en soluciones que
no cumplieron su cometido. Desahuciada por los expertos. Había tratado todo lo
que estaba a su alcance.
Un día coincide con una multitud
y logra divisar a un hombre, que muchos decían que sanaba las enfermedades. El
dolor era constante. Posiblemente en su corazón había un poco de temor y duda
de cómo atravesar el mar de gente que rodeaba a Jesús. Sin embargo, el dolor
era insoportable, y decidió dar un paso de fe.
Logró, con mucho esfuerzo,
atravesar la multitud. Fue golpeada y abatida por la masa que seguía a Cristo,
sin embargo, en ella había una llama que no podía ser extinguida, su necesidad
de encontrar una solución a su problemática de tantos años.
Extiende su mano y logra tocar el
borde del vestido de Jesús. Algo totalmente extraordinario pasó. Su cuerpo
había cambiado; el dolor desapareció. Estaba maravillada y pensaba irse, quizás
para no molestar. Del otro lado, Jesús también sintió algo “inesperado”. Poder
había salido, de forma espontánea. Y hace la pregunta: ¿Quién me ha tocado?
La voz quebrantada de esta mujer
murmulla diciendo: “Yo lo he hecho Señor” y la tierna y dulce voz de Cristo
dice: “Hija tu fe te ha salvado, ve en paz”
Lo que puede hacer la diferencia
en tu vida es tu fe. Creer que Cristo
tiene la respuesta y la salida.
Vayamos a Cristo y por nuestra
fe, Él solucionará nuestra situación…
Josías Ortiz González
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