“…No tentarás al Señor tu Dios.”
Jesús es llevado por el Espíritu
al desierto para ser tentado por el Diablo. Este último inicia tocando una
necesidad básica del ser humano. Pero Cristo la superpone por la necesidad del
alma; y esta, solo puede ser suplida por Dios.
Satanás identifica la estrategia
de Cristo y decide utilizar una similar. Tratando de contradecirlo con su
propio sistema. Sin embargo Jesús
esgrimió mejor diciendo que a Dios no se tienta. Y entiendo que esto es algo
importante para nosotros meditar. Porque este texto también aplica a nosotros.
No podemos tentar a Dios.
La pregunta que surge es ¿Cómo se
tienta a Dios? Cuando ponemos en duda Su divinidad y poder requiriendo de
pruebas tangibles que avalen Su deidad. Él no tiene que hacer nada para
demostrar que es Dios. Simplemente es Dios, punto.
Ahora ¿Cuántas veces hemos tentado a Dios,
queriendo validar Su poder o Su naturaleza? Cada vez que dudamos de la veracidad
de Dios. Cada vez que pedimos señales para creer que Él existe, tentamos a
Dios. Cada vez que ponemos en tela de juicio Su capacidad de hacer milagros,
tentamos a Dios.
Este encuentro entre Jesús y el
Diablo es un llamado a que despertemos y nos demos cuenta de que Dios es
Soberano. No está sujeto a nosotros. Todo lo contrario, nosotros sí estamos
sujetos a Él. Nosotros sí necesitamos de artilugios para tratar de entender a
Dios. Y aunque tengamos, en algunos casos, que auxiliarnos de la ciencia o de la
tecnología, para tratar de entender a Dios, no podemos, bajo ninguna
circunstancias tentarlo; pidiéndole que haga tal o cual cosa.
Él es Dios. Único e irrepetible
Dios. Y nada es por encima de Él.
Josías Ortiz González
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