Páginas

lunes, 13 de agosto de 2012

Jesús dijo: “Haced recostar la gente…”

Lectura: Juan 6:1-14
Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos…”

De cada palabra que salió de la boca de Jesús se puede extraer una enseñanza. Esta historia es muy particular, ya que Cristo, por primera vez, suple la necesidad de hambre de una multitud. Es poco común que en eventos multitudinarios se les ofrezca alimento gratuito a los participantes. Normalmente se les solicita una cuota de colaboración. Sin embargo, en esta ocasión (la alimentación de los cinco mil) no hubo tal petición, sino, una disposición a saciar una necesidad.
De esta historia se han extraído varias enseñanzas. Muchas de ellas enfocadas al milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Ahora, existe un elemento interesante, y es que Jesús no es quien da el pan a la multitud; sino, los discípulos.
Cristo pone en sus manos la responsabilidad de administrar, de manera equitativa y correcta, el milagro. Dando a entender dos cosas importantes, primero: Los milagros no parten de nosotros, sino de Dios, y segundo: Estamos para servirle a Dios.
La connotación de este segundo elemento es que solo somos canalizadores de lo que Dios hace en este mundo. No somos los hacedores. En otras palabras, no somos los generadores de los milagros, sino que viabilizamos las maravillas de Cristo. En función la necesidad y la fe de las personas.
Nuestro servicio a Dios es la evidencia tangible ante la sociedad de las maravillas que Él sabe hace. Por lo que es determinante tener una actitud de servicio constante. Esto no es más que estar en la disposición de facilitarle las cosas a nuestro prójimo. Y que a través de esto la estampa de Cristo quede en ellos.

Sirvamos



Josías Ortiz González

No hay comentarios:

Publicar un comentario