Páginas

miércoles, 1 de agosto de 2012

Encuentro: Parte III

Lectura: Juan 3: 1-21
 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”

Es frecuente que personas quieran acercarse a Cristo. De hecho, es común ver a personas que inician lo que pudiera decirse que es una vida cristiano-religiosa. Es decir, asisten a una congregación y participan de las actividades de ella, etc.
Sin embargo, no logran establecer un vínculo significativo. Las razones para que esto suceda son varias. Pero, existe un axioma que impera y se superpone en este proceso, que se puede identificar en la conversación entre Nicodemo y Jesús: Él fue a buscar algo y recibió una respuesta.
Más allá de la posible curiosidad que generaba encontrarse con una celebridad como Jesús; Nicodemo buscaba una respuesta. Estaba en necesidad de escuchar la voz de Cristo.
Una respuesta que satisface el alma, y colma la sed del corazón. Una respuesta que solo existía en su subconsciente pero que anhelaba ser suplida.
En este encuentro nocturno con Jesús, Nicodemo, encontró lo que su alma estaba buscando. Él necesitaba entender cómo este hombre, hijo del carpintero José y de la joven María, era el Salvador del mundo.
Y Su respuesta fue al alma de este hombre sabido e identificó que la necesidad primaria no era entender Su naturaleza, sino, buscar la manera de cambiar para agradar a Dios. No siempre Jesús nos va  a responder aquello que entendemos que es lo más importante. Él descifrará la necesidad de nuestra alma, dándonos la respuesta que necesitamos.
Ahora, ¿Dónde se encuentra esta respuesta? En Su Palabra. Él ha puesto a nuestra disposición Su propia voz en letras para que le consultemos y encontremos lo que nuestra alma necesita.




Josías Ortiz González

No hay comentarios:

Publicar un comentario