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martes, 12 de junio de 2012

Oración de un Pecador

Lectura: Lucas 18:10-14
“…Dios, sé propicio a mí, pecador”

En varias ocasiones Cristo, para dar sus mensajes, se auxiliaba de las parábolas. Que es un relato de algo ficticio, en donde, se incita a la deducción; por parte de quien la escucha; dejando una verdad importante o una enseñanza moral.
En una de esas parábolas, Cristo hace alusión a dos personajes. Un estudioso de la ley o fariseo, y un publicano o colector de impuestos. Dado que el pueblo de Israel estaba bajo el imperio Romano, los publicanos eran mal vistos. Ya que muchos de estos abusaban de su posición. En cambio, el fariseo era de la élite que interpretaba las Escrituras. Se les conocía como doctores de la ley.
Jesús relata, en la parábola, a estos llegando al templo para orar. Sin embargo, ambos, con actitudes e intenciones distintas. Uno que se enorgullecía de su condición de doctor de la ley, mientras que el  otro reconocía su estado de insuficiencia delante de Dios.
Uno con el deseo de avergonzar y oprimir. El otro admitiendo que es pecador y pidiendo a Dios misericordia. Dos caras de una moneda, una que revelaba orgullo y la otra humillación.
La conclusión de esta historia es: Quien mostró humillación fue exaltado, mientas que el orgulloso no logró, absolutamente, nada.
A Dios no le impresiona la oratoria, la preparación, ni el estatus de una persona. Él busca corazones, y que estos revelen la verdad simple y sencilla de que: Somos pecadores. Y si Él no es propicio a nosotros, estamos perdidos.
La manera de conquistar a Dios es mostrando humillación. Reconocer nuestra condición de pecadores, y necesitados de Él. Dios mira el corazón y lee sus intenciones. Por lo que esta de nuestra parte admitir nuestra condición de insuficiencia.


Josías Ortiz González

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