“Entonces dijo Dios: Hagamos…”
Maslow categorizó cinco niveles
de necesidades para satisfacer. En la medida que una es cubierta la otra surge.
Este modelo es utilizado, mayormente, por las empresas para crear programas que
incentiven o motiven la productividad.
En el cuarto nivel, a diferencia
de los demás, se busca satisfacer la necesidad de reconocimiento. Relacionado a
lo que como persona necesitamos sentir. Hablamos de autoestima. La psicología
la define como el valor que la persona se otorga a sí misma.
Ahora ¿Cómo determinamos cuál es
nuestro valor? ¿Cómo logramos identificar en nosotros mismo aquello que nos
diferencia de la multitud? ¿Cómo nos valoramos sin caer en la altivez?
La respuesta a estas
interrogantes se resume en identificar quiénes somos y de dónde venimos. ¿Por
qué? Porque, en la medida en que dominemos esta información, nos contextualizaremos
en la realidad que nos toca.
La respuesta es que somos
creación de Dios.
Entender que Él nos hizo, logra que
nos demos cuenta del valor y rol que jugamos en toda la creación. Dios elaboró
un sistema perfecto para el sostenimiento de la vida. Se ocupó de los detalles
que lo hacían funcional. Nada hacía falta. De hecho, si no hubiesen tantos
intereses de por medio, no hubiese necesidad física de nada. Sin embargo la
realidad es otra. Luego de identificar lo que somos. Entonces, con esto, respondemos la segunda interrogante.
Venimos de Dios. Dios es nuestro
origen. Todo comienza con Dios.
Cuando asumimos que somos
creación y venimos de Dios, entonces, tenemos un valor intrínseco. Somos el
punto máximo de la creación. Él nos hizo y vio que era bueno. Tanto, que
después de ahí no volvió a crear nada más.
No somos mejores ni peores que
otros. Solo somos creación de Dios
Josías Ortiz González
No hay comentarios:
Publicar un comentario