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jueves, 13 de septiembre de 2012

TESORO





Lectura: Salmos 119:1-9
“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.”



Es conocido que en los océanos del mundo hay miles de naufragios. Muchos de ellos, de embarcaciones que cargaban grandes tesoros. Cofres llenos de artículos valiosos como joyas, piezas de oro, monedas, etc. y en la actualidad hay personas que rastrean la historia para encontrar las embarcaciones que contienen el tan preciado botín.

Ahora, lo que hace importante al tesoro, además de lo tangible del mismo, es el trasfondo histórico, de quién eran, cómo se acumularon, etc. En la generalidad de los casos estos se guardaban en cofres sellados con candados, y solo algunas personas tenían la llave. Para ser transportados y llevados a un lugar más seguro. De manera que cuando se necesitara solo tuvieran que abrirlo.

De igual manera, nosotros tenemos un tesoro, que no está perdido en el mar, y es accesible a todo aquel que esté interesado. La palabra de Dios.

En el cual hay inmensidad de riquezas para nuestro crecimiento. Está escrita con la intención de guiarnos por el camino de la verdad, cuyo fin es Dios. Su valor es incalculable; pero mejor aún, es inagotable. De él fluye la voz del Creador de todas las cosas. Cuya intención es reunir todas las cosas en Él.

Guardar la Palabra de Dios es prestar atención a sus directrices. Hacerla parte de la vida de forma tal que se convierta en norte de nuestras vidas. Y aquel que logre guardarla, como gran tesoro, se verá en un camino limpio, es decir, una vida libre de las impurezas del pecado.

Su Palabra es la fuente de vida eterna, y como tesoro preciado, debemos guardarla en nuestros corazones. Es el gran Tesoro, dado a la humanidad por Dios.




Josías Ortiz González

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