Lectura: Juan 15: 8-10
“…Así os digo que
hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. ”
La segunda
parabola que utiliza Cristo en el capítulo 15 de Lucas, tiene el mismo fin que
la de la oveja perdida. Demostrar el valor intríseco que tiene una vida que se
arrepiente.
Sin embargo, Jesús
utiliza otra imagen; la del dinero. En este caso, la dracma. Un tipo de medida de moneda utilizada en
el tiempo de Cristo. Era una de las denominaciones más pequeñas de la época y
lo simplifica en la posesión de 10 dracmas. Que tomando en consideración que
para llegar a un talento se necesitaban 100 dracmas. El valor de una, respecto
del talento, era insignificante. Pero es ahí donde radica la grandeza de esta parabola.
Lo que para muchos puede ser insignificante, es valioso para Dios.
Jesús relata que
si una mujer pierde una de estas monedas, aún sea una dracma, enciende una
lampara, busca una escoba, y empieza a buscarla con diligencia. Es decir, pone
empeño en conseguirla devuelta, porque para ella es importante. Representa
valor. Pero más aún, si logra encontrarla, entonces celebra el hallazgo.
Dejandonos ver que cuando un alma se reencuentra con Su Creador, representa un
gozo tal que tiene que celebrar.
La realidad es que
para Dios somos importantes. La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna”
Dios busca nuestra
salvación. Su amor por nosotros va
más allá de lo que podemos imaginar. Tan lejos que decidió entregar a Su
Hijo para nuestra salvación. Con el único requisito de creer en Él.
Él nos ama
Josías Ortiz González
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