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viernes, 18 de mayo de 2012

Perdonar


Lucas 11:4
“…porque también nosotros perdonamos…”

En más de una ocasión he escuchado “perdonar es olvidar”. Este enunciado no puede estar más lejos de la realidad. Ya que perdonar, definitivamente, no es olvidar.
De acuerdo con el diccionario es: Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. Y remisión, en su infinitivo, significa: Perdonar, alzar la pena, eximir o liberar de una obligación. Por  lo que el olvido no es parte del perdón.
La acción de perdonar absuelve la deuda. Pasa por alto la acción.  Sugiere que quien emite el perdón tome una decisión. Todo se resume a elegir eximir a quien ofendió.
Ahora ¿Por qué se hace tan difícil perdonar? Creo que es por el sentido de retribución de justicia. Entendemos que, quien comete la acción, debe recibir la “paga” por su falta. A pesar de que la justicia implica equidad; puede subyacer un deseo de venganza.
La venganza que persigue un objetivo: satisfacción personal, en función del sufrimiento de quien ofende. Sin embargo, este no es el modelo bíblico. Cristo nos enseña a perdonar. No que olvidemos aquello que nos hicieron, sino,  a remitir la falta,  pasar por alto la ofensa.
Esto se logra priorizando la persona, no la acción. Cristo dijo en la cruz: perdónalos, porque no saben lo que hacen. En otras palabras “ellos (las personas) ignoran la consecuencia de sus acciones, por lo tanto, perdónalos a ellos”.
Sus acciones tendrán consecuencias; Dios hará justicia. Pero es algo que le toca solo a Él. A nosotros nos toca perdonar. Y esto viene por una decisión de priorizar a la persona. Ver más allá de la acción.
No significa que sea algo sencillo, pero sí que está sujeto a una decisión.


Josías Ortiz González

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