“…Los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo…”
Una de las palabras más
controversiales en el ámbito eclesiástico es: predestinación. Diferentes
teorías e ideologías se han forjado a razón de tal palabra. Ha generado
divisiones entre grupos que profesan el
Cristianismo. Entrar en medio de la discusión respecto de ella; o emitir un
juicio de valor respecto de cómo se interpreta, no es la intención de este
autor. Sino analizar el fin de esta.
Claramente Pablo explica que es
para ser conforme a la imagen de Su Hijo.
Dios destinó, previamente, que seamos una reproducción de la imagen de Cristo.
Esto significa que desea que seamos como Él. Un reflejo de Su imagen.
Ahora, ¿Cómo logramos esto de
manera práctica? Enfocándonos en la libertad. Cristo vivió a través de la
necesidad de libertad de las personas. Entendió que el rumbo, de aquellos que
eran esclavos del pecado era catastrófico. Una eternidad sin Él.
Pablo, en Romanos 8, habla acerca
de la supremacía de la ley del Espíritu sobre la ley regular. En otras
palabras, la ley es solo evidencia que señala aquello que es incorrecto. Sin
embargo, la Ley del Espíritu es libertad. Libertad de la esclavitud del pecado.
El pecado es adictivo. Como el
cáncer, se esparce en el corazón de las personas, carcomiendo la esencia
espiritual de ellas. Y solo Cristo es la
cura. Solo Él es la libertad.
Estimado(a) lector(a) fuimos
predestinados para ser como Cristo. En otras palabras, fuimos predestinados
para ser libres. Él representa nuestra libertad. El evangelio de Juan 8:32
dice: “Y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”, ¿Quién es esta
verdad? Cristo.
No permitamos que el pecado se
adueñe de nosotros. Fuimos destinados desde el principio para ser libres.
Josías Ortiz González
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