“Porque para mí el vivir es
Cristo, y el morir es ganancia.”
Diferentes corrientes de
pensamiento plantean que es el fin de toda persona. El objetivo supremo. La
satisfacción de esta sugiere un estado de complacencia. Sin embargo, se debe
resaltar que la pirámide, en sí misma, no es estática; sino, cíclica. Suplir la
necesidad no omite la emersión de una nueva. Eclesiastés dice: No se sacia el ojo de ver, ni se cansa el
oído de oír. Planteando la insaciabilidad del alma. Siempre habrá una
aspiración, un sueño que alcanzar.
Esto presenta una disyuntiva en
el ser humano. Ya que en la medida en que suplimos necesidades existentes, nuevas
aparecen. En otras palabras, nunca llegaremos a sentirnos completamente
realizados.
Ahora, este fenómeno existe a
razón de que estamos tratando de satisfacer algo cuadrado con algo redondo. Es imposible
establecer que algo tangible cubra la necesidad intangible de autorrealización.
Las variables no se corresponden. De manera que, debemos de buscar algo
ilimitado que logre cubrir el espacio del alma.
Solución: Solo Cristo puede
saciar el alma.
Efesios 1:23 dice que la plenitud
de Él, todo lo llena en todo. Es decir, la fuente para saciar la necesidad de
autorrealización es la totalidad de Cristo. Eso significa que el norte de todo
aquel que ha decidido seguir a Jesús, el objetivo supremo, es ser lleno de Su plenitud.
Fue por esta razón que Pablo no sabía
qué elegir. Para Él vivir representaba estar en la plenitud de Cristo, pero de
igual manera el morir. Por lo que toda su vida giraba en torno a Cristo. Su
autorrealización consistió en satisfacer
el alma con lo ilimitado de Cristo.
Cristo es todo.
Josías Ortiz González