“Jesús le dijo: Sígueme; deja que
los muertos entierren a sus muertos.”
A través del tiempo hemos sido
instruidos, como también nos hemos formado la imagen de que Jesús no era
enérgico o estricto para con sus seguidores. Sin embargo, la Biblia registra
momentos en donde Cristo daba respuestas fuertes y duras. En el Evangelio de
Mateo, capítulo 8, se registra una de
las tantas veces.
Era común que tuviera seguidores
intermitentes, que quedaban maravillados por Sus enseñanzas. Estos, al parecer,
por la emoción del momento, le externaban a Cristo su deseo de seguir Sus
pasos. En esta ocasión quien le hace saber de sus intenciones antepone una
situación, que se pudiera ver como algo válido. Su padre había muerto e iba a
enterrarlo. Sin embargo, Cristo le dice, “Sígueme; deja que los muertos
entierren a sus muertos”.
Impactante ¿no?
Le dice que superponga seguirle a
cualquier otra cosa. En otras palabras, le está diciendo que por encima del
compromiso y responsabilidad familiar y social; que por encima de la condición,
debe estar la decisión de seguirle.
Algo que no es tan fácil de
digerir; sin embargo es así. Dios nos exige todo o nada. Lo primero y lo
último. Esto significa que todo aquello que hagamos debe estar sujeto a nuestra
decisión de seguirle. De manera que si afecta nuestro seguimiento a Cristo,
debe ser secundario.
¿Cómo se logra esto? Cristo mismo
nos da la respuesta. Él dice: “Buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” en otras palabras, al
priorizar a Dios todo lo otro se torna en una añadidura. Es decir, algo secundario.
Pasa a un segundo plano, porque estamos enfocados en seguirle.
Sigámosle
Josías Ortiz González
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