“…Y ungió los pies de Jesús, y
los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.”

Este tipo de perfume, basado en
lo que Judas Iscariote dice, valía más de trescientos denarios, y con este
dinero se hubiesen podido beneficiar varios “pobres”. Lo que determina que era
una suma cuantiosa para la época.
Ahora, lo relevante, a mi
entender de todo esto, no es lo costoso del perfume. Si no, que esta mujer
propuso en su corazón demostrarle a Jesús lo valioso que Él era para ella. Ella
entendió que el esfuerzo que hizo para conseguir este perfume, las horas que
invirtió para poder comprarlo no se comparan en lo más mínimo con el valor de
Cristo en su vida.
Aunque no especifica sus razones,
al parecer este dato es irrelevante. Juan se enfoca en el objetivo de María.
Hacer notar lo importante que era Jesús para ella.
¿Qué tuvo como resultado esto? En
primer lugar la aceptación de Jesús a esta entrega y segundo la evidencia en la
sala: Su sacrificio perfumó el lugar. En otras palabras, fue agradable a Dios.
En la actualidad no podemos verter
un perfume como María, sin embargo, podemos derramar delante de Él nuestra
mejor adoración. Una que salga del corazón, aquella perfume el trono de nuestro Dios.
Esto no es algo del otro mundo,
es solo una expresión sincera de nuestro corazón hacia Él. Que indique lo que
sentimos de manera honesta. No son palabras infladas e insípidas, sino de
gratitud por Sus bondades.
Josías Ortiz González
No hay comentarios:
Publicar un comentario