“Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”

Cristo, hablando a sus
discípulos, plantea tres cosas que todo creyente debe hacer para asumir el
nuevo rol de seguidor. La primera es negarse a sí mismo. Este concepto, de
manera general, se puede tornar aéreo, carente de sentido, o con ausencia de
practicidad. Porque ¿Cómo una persona logra negarse a sí mismo? ¿A qué tiene
que negarse? ¿En qué consiste dicha negación?
Estas tres preguntas son base
para estudios profundos. Sin embargo, existe una realidad que marca la pauta de
esta primera tarea. Quien desee seguir a Cristo debe negarse a sí mismo, y esto
significa superponer a Dios sobre cualquier cosa en nuestras vidas. Dar el
primer lugar a Dios.
Negarse a sí mismo implica la
abstracción de la persona para dar paso a la esencia de Dios. Esto se logra
cuando nuestras vidas giran en torno a Cristo.
Cuando ya no somos nosotros, sino
Cristo en nosotros. Nuestras decisiones no están sujetas a nuestro beneficio
sino a cómo lograr hacer la voluntad de Dios. Negarse a sí mismo es anteponer
el deseo personal por el deseo de Cristo.
Cristo nos pide que cedamos
nuestro espacio para que Él lo tome y se posesione de él. Somos suyos, le
pertenecemos; a tal punto que puede disponer de nosotros.
Josías Ortiz González
No hay comentarios:
Publicar un comentario