“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”
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Era fariseo. Dedicaban su vida al
estudio. Tenían una alta preparación académica y sobre ellos reposaba la
interpretación de la ley. Eran respetados y servían como punto de referencia en
relación a la aplicación de las normas y tradiciones judías.
Nicodemo, que era uno de los
principales entre el grupo de los fariseos, decide ir a ver Jesús. A raíz de
los milagros que se están desarrollando en la ciudad; atribuidos a Jesús. Sin
embargo Cristo, que puede descifrar las intenciones del corazón, le da una
respuesta distinta su planteamiento inicial.
Jesús le habla del nuevo
nacimiento. Como concepto vinculado al alma, mientras que Nicodemo lo
interpretó como el proceso natural de las personas. Y lo importante de todo
esto es ver, que Jesús no da pie al planteamiento inicial de Nicodemo, sino que
se enfoca en lo más importante. La salvación del alma.
Cristo vino a restaurar el alma; a darnos una nueva oportunidad de nacer en
Él. Es algo que no necesariamente es fácil de digerir o comprender. Sin embargo
es vital para nosotros. La forma más sencilla de expresarlo es así: Sin Cristo
estamos sin vida.
Solo Él puede darnos una nueva
vida, un nuevo nacimiento. A través de Su Espíritu Santo. Y sin esta condición
es imposible entrar al reino de los cielos.
El primer paso es nacer.
Josías Ortiz González
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