Lectura: Éxodo 20: 1-15
“No hurtarás”
La tónica de los Mandamientos
cambia en la medida en que se avanza. Se va pasando de la relación con Dios a
la de los seres humanos. Sin embargo, no podemos olvidar que cada elemento es
parte de un todo interconectado. En otras palabras, los Mandamientos, como
preceptos de Dios, determinar un todo en la vida de las personas. Por lo que,
cuando hablamos de ellos, segmentarlos es una manera de entenderlos, pero deben
verse en función del conglomerado de normas establecidas por Dios.
El octavo mandamiento, adjunto
del noveno y el décimo, tienen que ver con un aspecto muy personal. Porque
tratan acerca de la insatisfacción. El siguiente en la lista es No hurtarás.
Es interesante, porque hurtar se
sinónimo de robar. Pero existe una diferencia. Hurtar, según la definición, es
el apoderamiento ilegítimo de una cosa mueble. Y este se diferencia del robo en
que el hurto no implica violencia, intimidación o fuerza en contra de la víctima.
Sugiriendo un nivel de elucubración mayor. En otras palabras, es algo
estratégico. Se basa en el engaño. De manera que pudiéramos no limitarlo a
aquello intangible. Les invito a que lo llevemos al plano espiritual. En donde
hurtamos vidas, esperanzas, sueños.
Tenemos que enfocarnos en hacer
crecer a aquellos que nos rodean. Brindándoles la mejor oportunidad de sus
vidas, que es conocer a Cristo. Cada vez que decidimos no esparcir el Evangelio,
estamos hurtando a las personas de la vida eterna.
Existe una necesidad inherente en
los seres humanos de conectarse a Dios; y es por esta razón que debemos, al
menos, darle la oportunidad de que le conozcan. Presentarle a Cristo como la opción
de vida, para que entonces elijan.
Demos vida… no hurtemos
Josías Ortiz González
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