Lectura: Juan 4: 25-42
“¿No decís
vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo:
Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega..”
Es increible la capacidad transformadora de Cristo. Con una conversación común, sobre una solicitud de agua, una mujer fue impactada; de manera que no se pudo contener y tuvo que compartir aquello que había recibido.
Cristo fue
encausando el dialogo de forma tal que entendió que con quien hablaba no era
alguien común y corriente. Ella estaba al frente del Mesías prometido. En este punto de la conversación ya no
importaban las diferencias históricas entre judíos y samaritanos. El impacto
cultural de un hombre hablando con una mujer de esa manera, tampoco importaba.
Todo se resumía a que ella había encontrado una fuente de agua de vida. Había
conversado con Jesús.
De esta
conversación se pueden extraer muchas enseñanzas, ahora, de esta última parte
lo clave es que ella compartió lo que habia recibido. Tan pronto recibió el
Evangelio, hizo labor de evangelización.
La pregunta que
puede surgir es ¿Por qué lo hizo? porque entendió la gracia que recibió e
identificó la necesidad que había en el pueblo.
Para ella el
encuentro con Jesús representó el cumplimiento de una profecía. Pero más que
todo, quedó sorprendida porque le había revelado su vida. Logró conectar con su
corazón. Dándonos a entender la importancia de predicar este evangelio.
Hemos recibido de
Dios la salvación. Convirtiendonos en Sus siervos. Proclamadores de Cristo. Por
lo tanto, nos toca evangelizar a aquellos que tienen la necesidad.
Ser discipulo de
Cristo es ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. Dando a
conocer lo que Él hizo en nosotros
Josías Ortiz González
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