“…él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados…”
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Si le hiciéramos esta misma
pregunta a Dios ¿Cuál sería Su respuesta?
Si dicha respuesta es en función
de la capacidad del amor de Dios,
entonces, coincidiríamos con el libreto de la película. Su capacidad de
tolerancia es infinita.
En el Salmo 51 se ve esta
capacidad. El verso uno dice: Ten piedad
de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus
piedades borra mis rebeliones. Al ser confrontado por el profeta Natan, y
reconocer su falta, David decide escribir este Salmo.
Fue un momento de reflexión,
angustia y dolor. Sin embargo, David llegó a la siguiente conclusión: “Dios no
desprecia a quien se humilla y siente contrición”. Determinando
que la tolerancia de Dios, está sujeta a la forma en cómo nosotros, cuando
pecamos, respondemos a nuestra condición. En otras palabras, el perdón de Dios
está condicionado al reconocimiento del error en nuestra humillación y
contrición de corazón
Esto no significa que el pecado
no tenga consecuencias. Las decisiones tienen repercusiones. De hecho, el
resultado de este pecado fue la muerte de la criatura. Sin embargo, David fue
testigo de la misericordia de Dios. Aquella que está estrechamente vinculada a
Su amor y devoción por a la humanidad.
Esta misericordia sigue latente
hoy. Dios puede perdonar nuestros pecados si reconocemos la falta, nos
humillamos y contristamos el corazón.La humillación es la clave para encontrar el favor de Dios.
Josías Ortiz González
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