“… y la verdad…”
Ramón de Campoamor dijo: “En este
mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal
con que se mira” en donde sugiere la inmutabilidad de las cosas. En otras
palabras, todo está sujeto al contexto del momento; lo que marca la pauta no es
el ser, sino la circunstancia. De manera que hablar de la verdad es entrar al
mundo de lo subjetivo; según Campoamor. Contextualizar a la luz de los matices
personales permeados por las ideologías e intereses.
Es interesante porque Jesús
expresa Su pensar, al enunciar Yo soy la
verdad. Es una afirmación. Está diciendo, primero, yo también tengo una
verdad; lo que le hace, por lo que hemos definido anteriormente, tener una
ideología e intereses. Segundo, superpone dicha verdad sobre cualquier otra
verdad; al utilizar el artículo “la” y singulariza el concepto, no admitiendo
otra, excepto esta.
Ahora, si partimos del principio
de la contextualización, veremos que está hablando acerca de garantías y evidencias.
Sobre cosas venideras. Él se iba por un tiempo y luego regresaría a buscar a
aquellos que creyeron. Por lo tanto, la forma de evaluar esta verdad. Es
poniendo a prueba las garantías y evidencias a las cuales está sujeta.
Podemos mencionar dos, la
primera: Su Palabra. Las diferentes profecías y el cumplimiento de estas al pie
de la letra. La segunda: Su resurrección. Cristo resucitó. Por lo que la
garantía recae sobre la validación de Sus hechos. De manera se hace a Sí mismo la
garantía. Dejándonos abierta la decisión de creerle.
Esta verdad no está sujeta a
cristales, sino a garantías y evidencias. Dios no se mide en función de
percepciones sino de una fe que se sustenta sobre una verdad demostrada
Elijo creerle.
Josías Ortiz González
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