“De ti será mi alabanza en la
gran congregación…”
David estaba
atravesando por un momento de asedio, temor y soledad. Sin sentir el respaldo
del Dios que había hecho maravillas con sus antepasados y, aún más, con él
mismo.
Durante los
primeros dieciocho versículos se nota el descontento ante la problemática del
momento. Pero, a partir del verso 19, da un giro. Desde este versículo, el
Pastor-Rey, incurre en la alabanza. Dándose cuenta de que la respuesta no
reside en hacer énfasis en el reclamo sino en alabar a Dios
Esto no quiere decir que tenemos que eximirnos de
expresarle a Dios nuestros sentimientos. Por el contrario; debemos cultivar una
relación de apertura y sinceridad con Él. Sin embargo, la realidad es que a través de la
alabanza se logran cosas que con el reclamo no.
Ahora ¿Qué
significa alabar a Dios? Es reconocer la supremacía de Dios. Que independientemente de nuestra realidad, Él es digno de que nos postremos y rindamos el tributo que solo Él merece. No por el hecho de que nos resuelva una situación determinada, sino porque Él es Dios. Nuestro Creador. Y nos ha amado con un inigualable amor.
De manera que
está en nosotros pasar de una voz de reclamo a una de reconocimiento a Dios. A
raíz de que en Su condición de Dios es digno de nuestra alabanza y adoración.
Josías Ortiz González
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