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jueves, 31 de mayo de 2012

Jesús: Vida

Lectura: Juan 14:4-6
“…y la vida”

Una de las frases positivas que se han asumido en momentos de dificultad es: “mientras hay vida, hay esperanza”. Dando por sentado que existe una vinculación directa entre la vida y la esperanza.
Nos vemos continuamente en situaciones adversas. Durante esta vida habremos de enfrentarnos a momentos en donde las fuerzas se agotan. Tales como: enfermedades, situaciones económicas difíciles, conflictos familiares o con allegados, en fin; un sin número de posibilidades. Permitiendo espacio a la desesperanza. Sin embargo, si enmarcamos a Jesús  dentro de la frase; afirmando ser  vida, significa entonces que es esperanza.
Por lo que, si estamos en Él, entonces, tendremos razones para vivir. Tendremos esperanza.
Ahora, ¿Cuál es esa esperanza?
Basado en el contexto de los versos de Juan; tenemos la esperanza de que un día Él volverá. Y que la razón de Su ausencia física es porque está preparando moradas. Está haciendo espacios para nosotros
Al principio del mismo capítulo 14 dice: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. Jesús está diciendo: No permitan que entre la desesperanza, crean en Mí de la misma forma en que creen en Dios. De manera que el factor determinante en todo esto  es creer. En otras palabras nuestra Fe. Solo la fe es capaz de generar en nosotros la vida, que es Jesús, y sostiene la esperanza de que un día Él regresará. No significa que los momentos difíciles desaparecerán, sino que a pesar de ellos tenemos vida, por lo tanto, tenemos esperanza.
Creerle a Dios no es sencillo. Es asumir una postura de certeza con algo intangible y no medible, como la fe. Pero tenemos la garantía de aquel que cumplió su promesa de resurrección al tercer día.
Solo tenemos que creer.


Josías Ortiz González

miércoles, 30 de mayo de 2012

Jesús: Verdad

Lectura: Juan 14:4-6
“… y la verdad…”

Ramón de Campoamor dijo: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” en donde sugiere la inmutabilidad de las cosas. En otras palabras, todo está sujeto al contexto del momento; lo que marca la pauta no es el ser, sino la circunstancia. De manera que hablar de la verdad es entrar al mundo de lo subjetivo; según Campoamor. Contextualizar a la luz de los matices personales permeados por las ideologías e intereses.
Es interesante porque Jesús expresa Su pensar, al enunciar Yo soy la verdad. Es una afirmación. Está diciendo, primero, yo también tengo una verdad; lo que le hace, por lo que hemos definido anteriormente, tener una ideología e intereses. Segundo, superpone dicha verdad sobre cualquier otra verdad; al utilizar el artículo “la” y singulariza el concepto, no admitiendo otra, excepto esta.
Ahora, si partimos del principio de la contextualización, veremos que está hablando acerca de garantías y evidencias. Sobre cosas venideras. Él se iba por un tiempo y luego regresaría a buscar a aquellos que creyeron. Por lo tanto, la forma de evaluar esta verdad. Es poniendo a prueba las garantías y evidencias a las cuales está sujeta.
Podemos mencionar dos, la primera: Su Palabra. Las diferentes profecías y el cumplimiento de estas al pie de la letra. La segunda: Su resurrección. Cristo resucitó. Por lo que la garantía recae sobre la validación de Sus hechos. De manera se hace a Sí mismo la garantía. Dejándonos abierta la decisión de creerle.
Esta verdad no está sujeta a cristales, sino a garantías y evidencias. Dios no se mide en función de percepciones sino de una fe que se sustenta sobre una verdad demostrada

Elijo creerle.



Josías Ortiz González

lunes, 21 de mayo de 2012

Pedir Perdón

Lectura: Santiago 5:16
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.”

La palabra perdóname, cuando se dice con sinceridad, es algo difícil de expresar. Es un proceso que implica el reconocimiento de haber cometido un error. La decisión de admitir que la otra persona no se merecía ese trato o que tenía razón.
Pedir perdón es un acto de humillación. En donde se deponen posiciones y se da paso a lo más importante en una relación, el vínculo que se sostiene con esa persona.
Sin embargo, no es lo usual. Es común que cuando hay diferencias las partes, al defender sus puntos, no cedan ante la otra posición. Tornándose en un círculo vicioso en donde lo más importante, el vinculo, se rompe.
Este tipo de situaciones ha generado que amigos se conviertan en enemigos. Ha puesto en conflicto a padres con hijos, y viceversa. Que parejas de esposos se separen, etc.; todo por no valorar lo que realmente vale. El vínculo que los une. La razón de ser de la relación. Superponiendo lo mediático a lo duradero.
El apóstol Santiago propone un modelo para solucionar esto. Nos insta a primero confesar nuestras ofensas.  Tenemos que reconocer que hemos ofendido y acercarnos a quien ofendimos para confesar. Segundo orar. Instaurar a Dios en medio de la relación. Y tercero, iniciar el proceso de sanación.
No es algo sencillo, requiere de tiempo y madurez de ambas partes; para juntos alcanzar el éxito. Con el objetivo de ser sanados. Liberados de una situación que no ayuda, sino que, destruye. Mantener el vínculo de la relación, lo que da valor. La razón de ser.
Dios quiere que seamos uno como Él y el Padre son uno.


Josías Ortiz González

viernes, 18 de mayo de 2012

Perdonar


Lucas 11:4
“…porque también nosotros perdonamos…”

En más de una ocasión he escuchado “perdonar es olvidar”. Este enunciado no puede estar más lejos de la realidad. Ya que perdonar, definitivamente, no es olvidar.
De acuerdo con el diccionario es: Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. Y remisión, en su infinitivo, significa: Perdonar, alzar la pena, eximir o liberar de una obligación. Por  lo que el olvido no es parte del perdón.
La acción de perdonar absuelve la deuda. Pasa por alto la acción.  Sugiere que quien emite el perdón tome una decisión. Todo se resume a elegir eximir a quien ofendió.
Ahora ¿Por qué se hace tan difícil perdonar? Creo que es por el sentido de retribución de justicia. Entendemos que, quien comete la acción, debe recibir la “paga” por su falta. A pesar de que la justicia implica equidad; puede subyacer un deseo de venganza.
La venganza que persigue un objetivo: satisfacción personal, en función del sufrimiento de quien ofende. Sin embargo, este no es el modelo bíblico. Cristo nos enseña a perdonar. No que olvidemos aquello que nos hicieron, sino,  a remitir la falta,  pasar por alto la ofensa.
Esto se logra priorizando la persona, no la acción. Cristo dijo en la cruz: perdónalos, porque no saben lo que hacen. En otras palabras “ellos (las personas) ignoran la consecuencia de sus acciones, por lo tanto, perdónalos a ellos”.
Sus acciones tendrán consecuencias; Dios hará justicia. Pero es algo que le toca solo a Él. A nosotros nos toca perdonar. Y esto viene por una decisión de priorizar a la persona. Ver más allá de la acción.
No significa que sea algo sencillo, pero sí que está sujeto a una decisión.


Josías Ortiz González

jueves, 17 de mayo de 2012

Perdón de Dios

Lectura: 1ra Juan 1:5-9
“…él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados…”

En la película “La Mexicana”. Hay un dialogo muy interesante surge la pregunta: “¿En qué punto de la relación es suficiente?” Refiriéndose al nivel de tolerancia que debe existir en una relación. La respuesta fue “nunca”, aludiendo a lo mucho que el amor es capaz de soportar.
Si le hiciéramos esta misma pregunta a Dios ¿Cuál sería Su respuesta?
Si dicha respuesta es en función de la capacidad del amor  de Dios, entonces, coincidiríamos con el libreto de la película. Su capacidad de tolerancia es infinita.
En el Salmo 51 se ve esta capacidad. El verso uno dice: Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Al ser confrontado por el profeta Natan, y reconocer su falta, David decide escribir este Salmo.
Fue un momento de reflexión, angustia y dolor. Sin embargo, David llegó a la siguiente conclusión: “Dios no desprecia a quien se humilla y siente contrición”. Determinando que la tolerancia de Dios, está sujeta a la forma en cómo nosotros, cuando pecamos, respondemos a nuestra condición. En otras palabras, el perdón de Dios está condicionado al reconocimiento del error en nuestra humillación y contrición de corazón
Esto no significa que el pecado no tenga consecuencias. Las decisiones tienen repercusiones. De hecho, el resultado de este pecado fue la muerte de la criatura. Sin embargo, David fue testigo de la misericordia de Dios. Aquella que está estrechamente vinculada a Su amor y devoción por a la humanidad.
Esta misericordia sigue latente hoy. Dios puede perdonar nuestros pecados si reconocemos la falta, nos humillamos y contristamos el corazón.

La humillación es la clave para encontrar el favor de Dios.


Josías Ortiz González

miércoles, 16 de mayo de 2012

Amar a Dios

Lectura: Mateo 22:34-37
“…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…”

La contabilidad organizada se sustenta sobre el sistema de partida doble. Significa que, para que exista un balance o equilibrio en la cuentas, cuando haya una erogación de dinero debe ingresar un bien o servicio. En otras palabras No hay deudor sin acreedor, ni acreedor sin deudor. Es una correlación de eventos que determinan la existencia mutua de una transacción.
De la misma forma, Dios espera que exista una “partida doble” en nuestra relación con Él. En donde no solo nos muestre Su amor incondicional, sino que correspondamos en consecuencia a ello.
Nos ha mostrado que nos ama. Dándonos la vida, el aire, el alimento. Nos protege, guarda de peligros y  guía a través de Su Palabra.
Ahora, todo eso, que nace de Él para nosotros, espera una retribución. Nuestra entrega total. Dios nos pide que le amemos con todo nuestro corazón. Es una relación. Dios anhela sostener un vínculo de reciprocidad.
Es ilógico sostener una relación con alguien que no corresponde. De hecho, si alguien sostiene una relación así puede considerarse enfermiza.
Dios quiere entablar un vínculo de cercanía. Por dos razones sencillas: Nos ama y creó. Dentro del tiempo sin tiempo, Él tomó la decisión de crear, y luego de hacerlo, amó lo que creó. Sin embargo, para que sea una relación sana, nosotros tenemos que amarle. Y la mejor forma de hacerlo, es estando convencidos de quién es y lo que hace.
Él es nuestro Señor, Dueño y Creador; le pertenecemos. Pero por sobre todas las cosas nos ama. Y nuestro amor hacia Él se resume en: Hacer Su voluntad.  Juan 14:15 dice: Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Amemos a Dios.

Josías Ortiz González

martes, 15 de mayo de 2012

Amor de Dios

Lectura: Juan 3:16
“… de tal manera amó Dios al mundo…”

Mucho se ha escrito del amor. Historias, reales y ficticias, han sido inspiración para grandes autores de la literatura occidental.
Hombres y mujeres de la categoría de Homero, en “La Ilíada”; William Shakespeare, en “Romeo y Julieta”; Jane Austen, en “Orgullo y Prejuicio”; entre otros. Cada una de estas personas encontró su musa en el amor. De igual manera, otros sentimientos han sido piezas inspirativas para autores que han marcado la historia. Pero ninguno con tanta influencia como el amor.
Esto porque todos, de alguna manera u otra, deseamos ser amados. Necesitamos sentirnos apreciados y queridos. Abraham Maslow, en su teoría de las necesidades; sugiere que el ser humano busca suplir de forma escalonada cada una de estas. Plantea que cada persona buscará satisfacer la necesidad afectiva. Es intrínseco en cada persona sentirse amado(a).
A todo esto, existen distintas clases de amor. Sin embargo, hay un amor distinto a los demás y viene de Dios.
Él ama de manera perfecta. Nada le falta o sobra. Está ajustado a la medida necesaria de cada persona. No está sujeto a la condicionalidad. Es único, puro, sin límites e inagotable.
Dios lo hace así por Su naturaleza; “biológicamente” está compelido a amar. No puede dejar de hacerlo. Él es amor. Y la evidencia de esto es que dio a Su Hijo, por amor, para que nosotros vivamos.
Decidió entregarse a Sí mismo por nosotros. Todo por amor. No existe nada en el mundo que pueda cambiar esto. Él nos ama.
La Biblia dice: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros.
Él nos ama. Independientemente de cualquier cosa. Él nos ama.


Josías Ortiz González

jueves, 10 de mayo de 2012

Reconocimiento



 Lectura: Salmo 34:1-8

“Gustad, y ved que es bueno Jehová” V.8

Una de las frases  que me identifica en comunidad de fe que pertenezco es “Dios es bueno”. Con frecuencia aludo a la bondad de Dios en mi vida. Al hacer un balance de todas las cosas que me han sucedido, e identificar cómo Él orquestó estos eventos, y los encausó para mi bien;  no me queda más que reconocer que Dios ha sido bueno.
David en el Salmo 34, al ver la manera en que Dios había intervenido, haciendo que las cosas tuvieran un giro de beneficio para su vida; tuvo que hacer justicia y decir “Bueno es Jehová”. Y la manera en que él entiende que debe expresar este sentir de gratitud, es bendiciéndole y teniendo una alabanza constante en sus labios.

Esto nos incita a no solamente reconocer que Él es bueno, sino a accionar nuestra alabanza y adoración en función de lo que Él ha hecho.
Estimado(a) lector(a), las vicisitudes propias de la vida nos hacen decaer. Sin embargo, le invito a que haga un balance y vea si  Dios ha sido bueno.

No todos tenemos las mismas experiencias. Pero si, luego de haber hecho la evaluación, entiende que Dios ha intervenido en su favor. Le insto a que tome un momento para reconocer esta bondad, bendiciendo y adorando a Dios. Y la manera más fácil de comenzar, en caso de que no tenga palabras,  es diciendo “gracias”.
De gracias por aquello que Él ha hecho por usted. Identifique Su rúbrica. Le aseguro que no quedará otra opción más que bendecirle y mantener una adoración constante en su vida.
 

Josías Ortiz González